Betancourt1

Texto de ensayo

 

Según la dirección del viento

Una inmersión en las corrientes estéticas de Miguel Betancourt

 

El nombre de esta exposición no se limita a titular un evento plástico en particular, sino que define un principio de narrativa artística con el que se expone la esencia creativa de Miguel Betancourt. Y más aún cuando se trata de una exposición de tipo antológica que abarca un período extenso dentro del quehacer productivo del autor. En síntesis, hablamos de los últimos veinte años que aproximadamente serían la mitad de la carrera de Miguel.  

            Y así, al hablar de la dirección del viento, hacemos énfasis, en un sentido metafórico, de las corrientes creativas que discurren en la producción artística del autor. Una suerte de corrientes eólicas de Betancourt homologadas con un tipo de recorrido pictórico específico, y que nos proponen a su vez una carta de navegación (una carta náutica de esencia artística) con ocho rumbos específicos; con ocho vientos de creatividad evidentes en la producción artística del autor, y que los hemos definido como los vientos sacro, ibérico, urbano, oriental, arborescente, ancestral, colonial y simbólico.

            Esta «carta de navegación» nos conduce hacia un recorrido pictórico en el tiempo del autor. Un tiempo selectivo de casi cuarenta años de producción artística y que nos propone una orientación por medio del artificio de una rosa náutica o rosa de los vientos para así alegorizar la direccionalidad de cada viento creativo del artista; aquellos que definen la artisticidad de Miguel Betancourt.

Y es que muy cómodo y práctico resultaría presentar una exposición antológica segmentada en colecciones específicas del autor o con base en una cronología lineal. No obstante, segmentar una exposición regida por la cualidad creativa que subyace en el pensamiento del artista se convierte en un reto de esteticismo total. 

Y he ahí la relevancia sígnica de los vientos alegóricos que representan varios tipos de corrientes de creación estética propias de Betancourt; corrientes que no son absolutas ni reductoras en cuanto al modelo de creatividad que se evidencia en cada una de las obras presentadas en esta exposición antológica, pues todas las corrientes creativas que citamos bien pueden combinarse entre ellas a través de puntos intermedios en los que se traslapa el esteticismo del artista. 

Por ejemplo, un principio de creación sacra en Betancourt bien podría traslapar con uno arborescente u otro ancestral, o incluso con todos los demás vientos de creación. Y así, la individualidad del autor se define en una signatura temperada por una estética particular.

Analicemos brevemente los ocho vientos creativos del autor.

 

Viento sacro

La corriente de lo sacro que invade a este artista se suele definir a través de una figuración que se verticaliza de una manera gótica y que propone escenarios inmersos en una ritualidad inducida. 

Betancourt practica un tipo de inmersión figurativa que atrapa el color y que solo le permite circular entre los límites figurativos de cada obra con sentido sacro. Una suerte de «vitralismo» que refracta la fuente de luz que pasa a través de cada cuadro y que irradia una paleta cromática refulgente.

 

Viento ibérico

En cuanto a la corriente de lo ibérico, esta se significa en los paradigmas occidentales que se tornan evidentes a partir del pensamiento creativo de Betancourt. Los modelos del Renacimiento, las figuraciones realistas del Siglo de Oro español, los detalles modernistas de Klee o de Picasso son principales como fuentes de significación para el artista. 

Esta corriente se define en tantos modelos absolutos provenientes de Europa y que suelen ser citados por Betancourt a través de la temática de la variación, tal como ocurre en su serie de Las Meninas, o en composiciones segmentadas basadas en los principios del cubismo analítico o en los propios del geometrismo estructural.

 

Viento urbano

La corriente de lo urbano siempre ha sido testimonial en la obra de Miguel Betancourt. Y es que no solo se evidencian en las obras urbanas las improntas de ciudad: barrios que crecen verticales o espacios citadinos que se extienden en su horizontalidad; sino que, y esto es lo esencial en cuanto a esta corriente, se torna palpable la humanización de esos espacios que sobrevienen animados por la impronta del hombre que los edificó y que los habita. 

Betancourt se inserta en esta corriente urbana y va más allá de los objetos. A estos los suele «subjetivizar» a través de metagoges pictográficas por las cuales las puertas hablan, las paredes oyen, las calles se deslizan, las luces de los postes parpadean… 

Lo urbano para Betancourt es una metáfora de lo humano.

 

Viento oriental

La corriente oriental es la que propone un orden significante en el autor. Es una corriente en la que fluye el principio de la técnica y el principio de lo material como elementos principales que se integran en la composición. 

Lo caligráfico de reminiscencia oriental y el papel de origen arte-artesanal son principales en esta versión de Betancourt. Papeles de arroz en los que Miguel delinea arquitecturas con trazos gruesos y libres que, como dice el propio autor: «privilegian la piel del papel al ojo del observador».

Un Betancourt caligráfico en el trazo, uno que propone en la figuración un sistema de escritura propio, se emparenta con diversos flujos de meditación pictórica. Esos flujos del autor que se resuelven en paisajismos apacibles o en atmósferas temperadas cual si fueran espacios de meditación y trascendencia. 

 

Viento arborescente

En cuanto a lo arborescente, en un plano cronológico, este viento de creatividad atraviesa la obra de Betancourt como un modelo de ejecución formal. La atraviesa verticalmente en un sentido paradigmático para así brotar, en figura y en color, en muchas de sus obras. 

Lo fitomórfico para Miguel Betancourt deviene esencial tanto en lo cromático cuanto en lo figurativo y se convierte en un paradigma estilístico principal entre los tantos que han edificado la signatura del artista a lo largo de toda su carrera. Seres fitomórficos, ciudades fitomórficas, conceptos fitomórficos en general. 

Y así, tal como la naturaleza es múltiple en su cromaticidad, así lo es Betancourt con su paleta cromática: un armonizador innato de tintas y colores.

 

Viento ancestral

La corriente ancestral se define ucrónica en el tiempo de Miguel Betancourt. Es decir, una corriente creativa que ha evolucionado en un tiempo recortado de su propia ancestralidad. 

Figuras capitales de las culturas ancestrales de Ecuador, como las de Valdivia, Bahía o Guangala, entre otras, e incluso de algunas culturas indoamericanas como Paracas o Nazca en Perú, aparecen animadas en la obra de Betancourt, pues el artista no las representa descritas en los cuadros sino articuladas en acciones que proponen múltiples narrativas de identificación. 

Seres ancestrales, identificables por su origen, conversan entre ellos, discurren en actividades diarias, en oficios, en situaciones de recogimiento… E incluso, los espacios emblemáticos, tales como los de Machupicchu o Ingapirca pintados por Betancourt, aparecen retratados de una manera especular tal como si el autor estuviera viendo a través de ellos un pasado vivo; una suerte de analepsis creativa que nos propone una contemplación circunscrita en el pasado.

 

Viento colonial

Miguel Betancourt es un hombre colonial por atávica esencia.

Más allá de que el autor vivió y convivió de niño con su ciudad histórica, con el Quito colonial; el artista ya maduro ha perpetuado el recuerdo de su origen con el significante de una huella-memoria propia de lo histórico. 

Y es así como esta corriente de lo colonial es otra de las que se bifurca en múltiples direcciones. Por ejemplo, roza con lo sacro cuando Miguel retrata iglesias o templos con un sentido de historicidad. O incluso roza con lo ibérico cuando interviene en las composiciones absolutas de variaciones velazquianas. Y no se diga cuando se recubre de arborescencia en ciudades coloniales que se erigen cual florestas vivas.

 

Viento simbólico

Cuando una composición de Betancourt se codifica en la figuración e incluso en la cromática, entonces el viento de lo simbólico ha rozado el juicio del autor. 

Composiciones de rostros recortados y que en su multiplicidad se definen en uno solo, seres con anomalías que parecerían provenir de un bestiario medieval, personajes pseudomitológicos, alados, e incluso personajes identificables como metafísicos son los signos del autor que se hipercodifican en los lienzos y que solo el mismo Betancourt es capaz de referirse a ellos en los cuadros.

El simbolismo es absoluto en este autor cuando analizamos cada obra. Y así parecería que, como viento de creatividad, este de lo simbólico siempre sopla paralelo en los procesos artísticos de Miguel Betancourt.     

 

 

En conclusión, una vez analizadas las corrientes estéticas de Miguel Betancourt, y según la dirección de cada viento creativo que aviva una pasión autoral contrastada en cada obra, hemos llegado hasta este punto coordenado en el que la personalidad artística de este autor se corporeíza en los personajes, en los objetos, en las composiciones figuradas de un propio Miguel Betancourt siempre significado en su obra y aun reconocible según la dirección en que discurra su creatividad. 

 

Según la dirección del viento.

Una inmersión en las corrientes estéticas de Miguel Betancourt.

Humberto Montero, marzo de 2023.



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