Ledergerber

Texto de ensayo

 

Ímpetu y cromaticidad

El impulso de la forma y la tormenta del color

 

El expresionismo abstracto como estilo de creación se manifiesta en la última obra de Margot Ledergerber, Ímpetu y cromaticidad. Y se manifiesta con un espíritu evocador significado en «la tormenta y el impulso» propios de la expresión romántica que subyace en la genética de la autora.[1] Una suerte de protorromanticismo que con ímpetu brota en su obra como materia filosófica principalmente durante el confinamiento obligado de los dos últimos años.[2] 

Y es que se ha vivido en un confinamiento dilatado que para muchos ha sido como un encierro dialéctico con el ego. Y de esto se puede comprender cómo muchas de las personas que trabajan en la cultura y en el arte han desarrollado una obra signada por un paradigma de tipo realista y social que marca coordenadas en nuestro tiempo; un realismo social evidente luego de la reclusión mundial. 

La obra de Margot Ledergerber, en un sentido positivista y conceptual, es parte de este tipo de realismo social brotado como una necesidad que sobrepasa la expresión artística, y que se define como un testimonio de forma y color. Y es así como esa realidad creativa la artista la resuelve técnicamente a través de una pintura de acción con variantes de lirismo, tachismo,[3] sincronismo[4] y de un nuevo tipo de realismo de fregadero (Kitchen sink realism)[5] que evoca en cierta medida la época de postguerra europea de los años cincuenta del siglo pasado.

La realidad social alterada a partir de la coyuntura mundial del confinamiento, además de la introspección figurativa y cromática propias de Margot Ledergerber, se exteriorizan en su obra a través de la revelación del color que se impulsa en la forma y con un sentido de abstracción lírico-expresionista propio de su esteticismo. 

Así, la sustancia del color, su esencia y materia, se corporeizan en formas que emergen de las particulares atmósferas de los cuadros. 

Tormentas de color, farallones de color, cúmulos y nimbos de color, e incluso esquematismos de color —los de cocina—, son parte de esta colección plástica. Un tipo de paisajismo cromático que nos demuestra la trascendencia del color en la sustancia de la forma.

En este punto, la fórmula del arte de acción (Action painting) resulta evidente.[6] Hablamos de la consecución de esas formaciones ya citadas que emergen en los diversos formatos en exposición y que se definen como formaciones cromáticas.[7] Formaciones de bordes suaves (Soft-edge painting) que pictóricamente se traslapan unas con otras, o formaciones de bordes duros (Hard-edge painting) resueltas a través de diversas técnicas de collage para así conformar ese objeto de expresión de Margot Ledergerber.

En suma, el objeto de expresión de la autora se define con rigor de oficio en esta muestra. Y es que más allá de esta realidad de oficio de una pintora, y esto en un sentido poético, quizá podríamos pensar en Margot y en los demás artistas como seres que viven en un constante confinamiento creativo. No obstante, esa etiqueta deja de ser poética y sobreviene literal e incluso testimonial en esta colección. 

En la expresión abstracta de Margot Ledergerber tenemos un ejemplo de esa vitalidad de carácter y de consecución. Una expresión inmersa en un recogimiento productivo por el cual se han impulsado la forma libre y el color como testimonios creativos de una artista.

 

Humberto Montero, octubre, 2022.


[1] Este romanticismo propio de la autora —que lo designo como una suerte de prototipo particular— deviene de la fórmula filosófica alemana del Sturm und Drang del siglo dieciocho y que a su vez resulta casi genético en la obra de Margot Ledergerber; y no solo en esta colección, sino en mucha de su producción artística.

[2] El monje junto al mar de Caspar David Friedrich es un modelo de introspección para la serie exclusiva de los paisajes de color de esta colección. Así como lo son las composiciones musicales de tonalidades menores tan características de esta época de Sturm und Drang. Escúchese el Concierto para piano en re menor Nº 20 de Mozart o el Concierto en do menor de Carl Philipp Emanuel Bach como referencias de estilo.

[3] En cuanto a esta temática de la abstracción lírica y del tachismo, las obras de Joan Mitchell o las de Nicolas de Staël resultan ejemplos afines a la estética de Margot Ledergerber.

[4] El arte de Stanton Macdonald-Wright es una muestra de este tipo de orfismo plástico que en Norteamérica se conoció como sincronismo. Margot Ledergerber tiene un apego profundo con la música académica y esta se torna principal como motivo de inspiración para sus composiciones cromáticas.

[5] La obra pictórica del británico Jack Smith nos acerca a este modelo de arte codificado en la cotidianidad de casa (de cocina…) propio del Kitchen sink realism. Margot Ledergerber se acerca a esta temática a través de su figuración de trazo conturbado que se asemeja a los valores esquemáticos del dibujo infantil. No se tratan de bodegones temáticos sino de modelos de convivencia con una realidad que se encierra en el hogar.

[6] En un sentido apreciativo son principales las estéticas de expresionistas abstractos como Johan Mitchell, Helen Frankenthaler, Lee Krasner, Arshile Gorky en su último periodo, y de Hans Hofmann. Estéticas de creación que se asimilan en un sentido de afinidad con la obra de Margot Ledergerber.

[7] Véase la obra de Clyfford Still como un referente de autor en cuanto a las composiciones de tipo farallón que emergen de sus obras.