Nicasio Duno

Texto de ensayo

 

Los cuentos de Falcón


 El primer cuento de Falcón retrata el origen, la génesis; el último, el sueño interminable de la serenata nocturna.


 ¿Y quién o qué es Falcón? ¿Un escritor, un lugar en el planeta, una entelequia?
 Las tres cosas en una sola conjugadas en lo mágico-religioso de un pintor.
 Una compilación plástica, naturalista en técnica, mágica en sustancia, se cohesiona en la fuente de Falcón: la región sahariana, caribeña y andina de la tierra. Triple conjunción, única en el mundo, con núcleo en Coro: ciudad mágico-colonial de Venezuela y centro de inspiración de Nicasio Duno: un falconiano ahora equinoccial.


Diecinueve cuentos, diecinueve cuadros de una exposición.

Técnicamente, todo confluye en la Falcón mágica y religiosa.


La intensa paleta cromática, pura de tonos, alegórica en significados se llena de colores que trascienden la posición de signo y que devienen simbólicos en las composiciones. Y esa paleta se conjuga con las figuraciones naturalistas, clásicas de Nicasio: las de cuerpos llenos, parejas en unidad, individuos solos, seres sobrenaturales; ciudades brotadas de cabeza, a lo lejos, a lo cerca; y más cercana de la mágica religiosidad. De ahí surge la cohesión de un producto plástico y literario a la vez.

Una compilación en la que resulta primordial el concepto de lo mágico-religioso como código pictórico del autor, y que deviene perceptible para el espectador. Este concepto se deriva en una serie de tipo narrativa; de estampas (las de Gabriel Miro son buen ejemplo) significadas por Nicasio Duno con títulos de cuento y epígrafes de comprensión:

 

«El milagro de la vida»

COMO EL PRINCIPIO ORIGEN Y METÁFORA DE LA VIDA.

«Ellos nacen de la música».

ENCUENTRO BUCÓLICO, CELEBRACIÓN Y HERMANDAD DE LA MÚSICA.

 «Éxodo».

ES COMO EL VUELO DEL HOMBRE PÁJARO EN BUSCA DE NUEVOS HORIZONTES. […]

 

Y de esto trata cada obra; de un cuento titulado y glosado en paréntesis. Ilustraciones plásticas que profundizan en el título y se extienden en su epígrafe. Pinturas de lugares que sí tienen lugar en el planeta.

Coro y Falcón trazan coordenadas en la pintura de Nicasio Duno; tal como Comala en la de Rulfo; Santa Teresa en la de Bolaño; Macondo en la de García Márquez; Vetusta en la de Alas «Clarín»… Coordenadas en el ficcionario de autores que pintan con las letras.

Nicasio lo hace, de oficio, con colores y suspendiendo formas en la atmósfera idealizada de Falcón.

El surrealismo en Duno es referencial. Si bien los contextos pictóricos perfilan seres que desbordan lo real, esos mismos se develan verdaderos en el mundo. Por sobre el nivel de lo onírico.

Costumbrismo de pueblo, devaneos de ciudad, brotes de naturaleza primaria: abundante; y magia, magia y magia; imponen la impronta del autor en cada composición.

Nicasio parte de un fogaje de colores como principio pareidólico (de formas que brotan de la mancha) que se deriva en niveles de edificación.

Un cuadro de Duno muestra capas espaciales con su propio rigor estructural.

Diversos planos, diversos puntos de fuga, diversas líneas de horizonte que incluso coinciden en una misma composición. Rostros hieráticos, muchos; y cuerpos fantásticos propios del ficcionario del autor.

Y es que, al hablar de ficcionario, hablamos de cuentos que describen personajes, personajes dunianos que proponen una narración en el contexto de la obra. Y Nicasio hace uso de una retórica pictográfica muy amplia para este fin.

Emplea índices analépticos para capturar los tiempos del pasado: flashbacks emotivos; y, a la vez, puede proponer esquemas de prolepsis para anticiparse al futuro: flash-forwards intrigantes. Lo hace con códigos de color: monocromáticos para el pasado: sepias, grises azulados («Alegoría», «Ciudad de los anónimos») o códigos multicolores que anticipan emociones figuradas («Pócima», «Búho vegetal»).

Y también emplea metáforas visuales que se ligan con símbolos mitológicos: hombres pájaros («Chamán», «Éxodo»). Símbolos fantásticos: búhos-campanario («Alegoría»). Símbolos espirituales, como seres alados («Novia con ave de paraíso», «Ángel con caballo de palo»).

La lista de recursos narrativos es amplia en la obra de este autor. E innumerables los pictóricos. Como el de la línea punteada que contornea elementos cardinales de una obra. O el de las texturas figuradas que rellenan cuerpos, atuendos, espacios arquitectónicos.

Detalles minuciosos en los que se pueden encontrar designaciones que proponen alguna significación. Obras para dedicarles minutos y minutos de contemplación. Nicasio, conocedor de estilos estéticos; relata, pictóricamente, plasmando expresionismo («Búho vegetal»); invadiendo la atmósfera con un ambiente cloisonista («Toro astral»); siendo una «fiera» cromática: fauve («Música en el jardín»), o constructivista y orfista («Ciudad de los anónimos»).

En suma, en «Los cuentos de Falcón» cada composición, cada estampa, cada cuadro se refieren a sí mismos y se definen en el contexto expuesto en cada tela.

Y es que, para Nicasio Duno la trascendencia de Falcón en América Latina es como el traslado de la brisa del Caribe hacia 2800 metros sobre el nivel del mar. Y ese traslado de la brisa es componente, cromático y figurativo, en la obra de este autor.

Los colores llegan al cuadro trasladando personajes, fauna fantástica, flora incatalogable… Y por eso llegan impresionados en la atmósfera de Falcón donde los cuerpos levitan, se suspenden en los lienzos; donde la música no deja de sonar: la temperada por el hombre, la temperada por la naturaleza —naturaleza fantástica la de Duno—; y donde las ciudades, las sustancias, los objetos sueñan, sueñan y sueñan.

La experiencia pictórica deviene literaria en la obra de este sudamericano. 

Duno describe y narra. Duno describe y relata. Duno cuenta. La obra de Nicasio Duno, la anterior, la actual, la del futuro, siempre se relata en «Los cuentos de Falcón».

 

Humberto Montero, septiembre del 2020