Irene Cazar

Re-tratando
Surrealismo del retrato y lo posible.

 

El fondo es oscuro y vital. Presente y ausente a la vez. Todo y nada. Voz y silencio. La completa absorción del tiempo y el espacio donde se ha recortado el ahora que no existe sino en un puro estado de magia dimensional.


La figura, el espacio suspendido en el quizás…

Re-tratando expone una serie del retrato de lo inconsciente, el de ellos, los re-tratados; y el estado del consciente autorretrato que es el de la artista integrada en los lienzos como parte del «discurso surreal del quizás», de lo posible, de lo que podría ser en un lugar real e idealizado…
Es el discurso de la autora que se personaliza en juguete para atravesar cuatro generaciones de ascendencia y descendencia a la vez; de auténtica ascendencia y de probable descendencia… El discurso de re-tratar la fórmula del quizás debajo del umbral de lo real: Irene Cazar tratando y retratando.


Con esta colección, Irene plantea un escenario en una misma secuencia, en un mismo formato, en un sin tiempo y sin espacio en los que confluyen la necesidad de los pendientes y los imponderables con los que fueron, los que son y los que aún podrían ser… (1923, 1944, 1952, 1972, 1978…).

 

La figuración real, naturalista, con la que la autora opera en Re-tratando, trasciende el nivel de la técnica en ejecución para convertirse en un signo inserto en el código de la propia reflexión. Un código emparentado con el realismo de lo mágico expuesto en un amplio contexto literario que bien podría ser de microrrelato, de microcuento, de microsituaciones…; por y en cada lienzo. Así, los formatos devienen como símbolos del retrato con modelo; esa pintura de caballete en la que se plasma al componente familiar consumido como un objeto de percepción y pensamiento, siendo la tela la piel de lo real y el dibujo y su color los componentes orgánicos de lo ideal.


Irene Cazar, cosificada en un juguete personalizado, se ha comprimido a la escala de un juguete surreal… Un juguete que primero juega con avatares familiares que posan para ella reducidos a una postura frontal de medio cuerpo, y luego juega, consigo misma, de cuerpo entero, en su propio escenario suspendido al borde de… Y es Irene (la real y la surreal) la que define la postura del modelo, la que escoge la sonrisa a plasmar y el enfoque perceptivo…, y que domina el silencio haciendo escuchar su propia voz contenida en un gesto, en una pirueta, en una espera, en una exaltación a…


¿Un mundo de gigantes o el mundo de un pequeño…? Un mundo de familiares retratados entre lo mágico y lo real con temática de cotidianidad… —de sonrisas familiares, de conflictos familiares—, para provocar la reflexión del caballete y del espejo… Hablo de la reflexión del ser humano parental reducido en el espacio y en el tiempo, en un nivel de relaciones en cadena que conforman el ego de cada uno concebido con el rigor de la genética surreal.
«El ser más pequeño» sueña en escalar el volumen «desproporcionado» del rol familiar para descubrirse vivo en la organicidad de la familia. Irene lo intenta retratando una exposición de «cuadros familiares»; de figuración real y algo más que real: surreal… Tan fácil como lo que se muestra como un retrato familiar. Tan difícil como lo que se describe al que observa un retrato familiar. Pues no hay nada más fácil y difícil a la vez que re-tratar a un ser que aparece familiar… Como un familiar… Como si fuera uno familiar…

 

Humberto Montero, enero, 2020.